domingo, 3 de julio de 2011

AMORES VIRTUALES.

Amores virtuales
Marina Castañeda
Pensó que era un spam. Ese viernes de octubre, mientras revisaba su correo tras un largo día de escuchar a sus pacientes, le saltaron a la vista las palabras urgt para ud en la bandeja de entrada. Al no reconocer el nombre del remitente, dedujo que sería publicidad para ¡una erección más potente!, como la que recibía diariamente, un mail prometiéndole un ¡viaje gratis a parís!, ¡el sorteo de los millones!, ¡adiós a la calvicie!, o cualquiera de tantos spams que en ocasiones le parecían sobrenaturales por coincidir tan precisamente con sus anhelos más secretos.

Mientras escuchaba a sus pacientes, a veces también tenía la impresión de que éstos le mandaban mensajes ocultos como si le leyeran el pensamiento y buscaran las palabras exactas para que él emitiera un “sí” reflexivo, levantara la ceja, sonriera o les ratificara sus puntos de vista. Las expectativas de sus pacientes a menudo le resultaban más pesadas que sus dificultades: después de todo, los problemas siempre eran los mismos, pero la espera de cada paciente era diferente. Unos exigían consuelo, otros soluciones; otros querían que les adivinara el pensamiento; unos pedían su aprobación y otros más, acostumbrados al maltrato, buscaban el castigo. Y nunca faltaban los pacientes que le tendían trampas sutiles para indagar si había escuchado con atención cada una de sus palabras. El psiquiatra sabía que debía vigilar sus propias reacciones todo el tiempo, aunque estuviera aburrido o agotado. Como había dicho uno de sus profesores, muchos años atrás: “Los pacientes no olvidan ni perdonan absolutamente nada”.
amores
Ulises se sentía cada vez más cansado al terminar su consulta. Cerraba la puerta detrás del último paciente con un largo suspiro de alivio, se servía un whisky en las rocas, ponía alguna sinfonía de Mozart, calzaba las pantuflas de borrega y se sentaba frente a la computadora para leer su correo y navegar por internet. Ésta era su única forma de relajarse desde que vivía solo. Le entretenían las historias insólitas de la prensa amarillista, los casos extraños de personas que recuperaban la memoria años después de un accidente, o de gemelos separados desde el nacimiento y que se conocían ya adultos; le fascinaban los crímenes pasionales, las enfermedades desconocidas y las narrativas de personas que habían sobrevivido catástrofes naturales. Tales historias despertaban su curiosidad más que cualquier caso clínico, por revelar aspectos de la naturaleza humana que casi nunca aparecían en el consultorio. Se deleitaba con las anécdotas bizarras y las leyendas urbanas del día, increíbles pero ciertas, que brotaban de internet como el balbuceo de un paciente delirante. Pasaba luego a revisar su correo, esperando siempre que le llegara algún mail elogioso, una invitación atractiva, un premio, cualquier cosa que lo liberara de la rutina de la consulta. Cuando vio urgt para ud su primer impulso fue hacerle doble clic, pero recordó que no debía abrir ningún mail de origen desconocido por el riesgo de infección, sobre todo si incluía algún documento adjunto, y lo eliminó sin pensarlo más.

La noche siguiente vuelve a aparecer el spam, esta vez con una ligera variación: urgt para ud dr. Titubea. No lo desecha de inmediato. Lo deja en la bandeja de entrada mientras lee sus otros mails: una invitación a dar una conferencia sobre los nuevos medicamentos para la paranoia en un congreso de psiquiatría; una nota breve de su hijo informándole que ha ganado una beca para seguir estudiando urbanismo virtual en Estados Unidos; un correo de una paciente cancelando su siguiente cita “por razones personales”, lo cual sin duda quiere decir que ya no volverá. “Por razones personales” significa, de paso, una bofetada apenas disimulada para el psiquiatra. Ulises resopla con irritación, elimina la cita de su agenda y guarda el mail en el expediente de la paciente.

Por cansado que esté, siempre conserva todo lo que le envían sus pacientes, así como sus propios apuntes. Todo está en la computadora, protegido por un pass-word que sólo él conoce, y cada semana sube los expedientes nuevos........

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