jueves, 27 de enero de 2011

LA DEPRESIÓN Y EL PROCESO CREATIVO.*

 
Rodrigo Morales García
* Ponencia dentro de la mesa redonda "Literatura, Depresión y Violencia" Feria Internacional del Libro Universitario, FILU 2006. Agosto 2006. Xalapa, Ver.

¿Por qué razón todos aquellos que han sido hombres excepcionales en lo que concierne a la filosofía, la ciencia del Estado, la poesía o las artes son manifiestamente melancólicos? Con esta pregunta Aristóteles comienza el texto conocido como el Problema XXX y da origen a una discusión vigente hasta la actualidad: ¿Cuál es la relación entre la creatividad y la psicopatología? ¿La psicopatología facilita la creatividad? ¿La actividad creativa induce la aparición de alteraciones emocionales? **
 
La creatividad en la historia

Una de las más antiguas y persistentes nociones culturales –y también una de las más controvertidas– sostiene que posiblemente hay un vínculo entre la locura y el genio. En la mitología griega se describe la íntima relación que hay entre los dioses antiguos, la locura y las personas creadoras, y de una manera más dramática en las luchas dionisíacas entre la violencia y la creación, entre la locura y la razón.
En tiempos de Platón y de Sócrates se creía que los sacerdotes y los poetas se comunicaban con los dioses por medio de una inspiradora “locura” y el “fervor religioso”. En su discurso sobre la divina locura, dice Sócrates en el Fedro: “Si llega como un regalo del cielo, la locura es el canal por el cual recibimos las más grandes bendiciones […] los hombres de antaño que les dieron su nombre a las cosas no veían ninguna desgracia ni reproche en la locura; de otra manera no la hubieran relacionado con la más noble de las artes: el arte de predecir el futuro, que llamaron el arte maniaco [….] Por tanto, de acuerdo con las pruebas dadas por nuestros antepasados, la locura es más noble que la cordura, pues mientras la locura proviene de dios, la cordura es solamente humana”.
Durante la Edad Media se consolida la idea de que la genialidad se asocia a la patología mental. Nuevamente se le relaciona con la melancolía. Se describía entonces que esa melancolía generosa permitía al espíritu sensible manifestarse por medio de expresiones artísticas. Se trata de una melancolía erótica o de un furor erótico que lleva al mundo de las ideas, concepto que perdurará en el Renacimiento, cuando ser loco es ser humano y se hace un arte de la propia locura. En su Elogio de la locura, Erasmo de Rótterdam exclama que la locura, moira o stultitia es semejante a los dioses por los dones que distribuye; su poder se extiende a los orígenes de la vida humana ya que implica el placer como bien supremo, y la más elevada sabiduría se logra por el camino de la locura y no por el afán de conseguir la gloria, porque todas las pasiones humanas se hallan dentro de su reino. Describe dos tipos de locura: una que despierta guerra, muerte y destrucción, y otra, más deseada, que se manifiesta como un alegre extravío de la razón y que lleva la impresión del goce. Será loco el que salga de lo común y de lo habitual, y si es un artista, mientras mayor sea su extravagancia, más aclamado será por el público, dice en su texto.
No es sino hasta entrado el siglo XVII cuando la creatividad empieza a ser abordada con los métodos de las ciencias naturales. Si bien el genio es la máxima expresión de la potencialidad humana, también lo es de la anormalidad mental. Se pensaba que su neurofisiología sería entonces distinta de la de otro ser humano sin esa característica.
Esta idea se iría abandonando paulatinamente para dar paso a un modelo más coherente del funcionamiento mental humano: la genialidad no es una cualidad extraña, rara o extraordinaria, sino una habilidad biológica y natural. Muchos son los estudios que, utilizando diferentes métodos de investigación, han encontrado asociaciones entre la actividad creativa y la proclividad a los estados emocionales alterados o mórbidos.
La idea más común en este sentido es la de que durante las etapas melancólicas los artistas son extremadamente sensibles para percibir nuevas ideas que elaborarán en etapas de mayor energía.
La enfermedad afectiva bipolar, antiguamente conocida como enfermedad maniacodepresiva, es, por su prevalencia, la que más se ha asociado a la vida de muchos artistas, en quienes ha sido evidente cómo su estado afectivo incide en la energía y creación de su arte, que muestra las mismas oscilaciones que la enfermedad provoca.
Otra idea interesante es aquella que postula que la enfermedad (no sólo la psiquiátrica) afecta la expresión creativa. Tal idea incluye al sufrimiento inherente a la enfermedad como el principal motor generador de mayor sensibilidad.

Artículo completo, publicado en La Ciencia y el Hombre, revista de divulgación científica de la Universidad Veracruzana, en este enlace.

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