martes, 19 de junio de 2012

   
Curanderos, malestar y “daños”: una interpretación social. 

Araceli Lámbarri Rodríguez,  Fátima Flores Palacios, Shoshana Berenzon Gorn.

Salud Mental 2012;35:123-128

   
Desde tiempos inmemoriales, el hombre ha sido el protagonista en el despliegue de recursos que le han permitido no solamente estar bien sino sobrevivir. La magia y la religión fueron recursos que utilizó con el propósito de controlar diferentes eventos de la vida diaria ante los que se sentía desvalido; su angustia, temor y desesperanza lo impulsaban a actuar de tal forma que sus deseos podían equipararse con una acción real que de una u otra manera restituían su equilibrio y armonía con el mundo que lo rodeaba.
La magia implica el uso del poder, la exigencia e imposición ante las fuerzas de la naturaleza con el fin de doblegar el peligro. A su vez, la religión representa un medio ante el cual el hombre se subyuga para obtener determinados fines mediante la petición, la oración y el sometimiento a lo divino.No obstante, por medio de la experiencia y la observación, el hombre transformó lo observado diariamente en información confiable que le fue proveyendo de un bagaje de conocimientos empíricos, antecedente de la ciencia actual.
Magia, religión y ciencia –prístina pero al fin ciencia– ocuparon un mismo plano. Fue hasta mucho tiempo después que se dio entre ellas una gran disputa como formas diferentes de explicar diversos fenómenos, entre ellos la enfermedad.
Los pueblos originarios de Mesoamérica basaban su vida en una cosmovisión que comprendía tanto lo mágico-religioso como lo que se basaba en una cuidadosa observación y experimentación. Cuatro eran las áreas que determinaban el origen de la enfermedad: quebranto de las leyes naturales, los dioses, los signos del calendario y los seres humanos. Las enfermedades estaban divididas en dos grandes grupos: las
orgánicas y las producidas por fuerzas “sobrenaturales”. 
El pensamiento de los españoles al llegar al Nuevo Mundo también estaba plagado de elementos mágico-religiosos derivados de los preceptos del cristianismo. Toda actividad humana se encontraba supeditada a la obediencia, al sometimiento y a la adoración de un solo dios. La moral era normada por la institución religiosa de la que dependía el destino de las almas, que en todo caso podía ser el cielo o el infierno. También se creía en los milagros y se hacía uso de múltiples objetos que se ofrendaban o utilizaban para alcanzar los deseos o peticiones hechas a Dios y los santos. Los esclavos negros traídos del África contribuyeron a la fusión cultural, todo lo que hacían, decían y pensaban se desarrollaba en una dimensión mágico-religiosa, en la que sus ancestros difuntos ocupaban un lugar sagrado.
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